Black Sabbath - Black Sabbath
Enviado por Onán el Lun, 26/05/2008 - 03:35.
Habrá quien sitúe el principio del heavy metal en otro lugar o calleja, pero para mí, y quizá tirando un poco de brocha gorda, está en el primer disco de Black Sabbath, en 1970. No se puede obviar a otros grandes como Led Zeppelín o Deep purple pero, a pesar de los avances de éstos y el enorme afán de investigación con que impulsaron el rock en general hacia nuevos horizontes, por no hablar de su calidad fuera de serie, tuvieron que ser cuatro tipos mucho más llanos y mucho menos virtuosos los que dieran en el clavo, los que resumieran en muy pocas notas y sin necesidad de artificio alguno el camino que había de seguir necesariamente la rama más cafre de la música popular. El que ha seguido, vaya.
El estilo que practicó este grupo durante sus primeros diez años puede que sea lo más perfectamente equidistante que hay entre el blues y el metal actual en sus mil variantes. Por un lado es fácil escucharlos en su contexto y ver en ellos un grupo más, que bebía de las mismas influencias que sus coetáneos rockeros (siempre derivadas en mayor o menor medida de la larguísima sombra del big bang estilístico que supuso la irrupción del blues en Estados Unidos, un zurrón de décadas atrás). Por otro, había en ellos algo único, una especie de concreción pétrea, mortecina y fulminante pero a la vez bailonga y escandalosamente pegadiza, cuyo rastro se puede seguir descaradamente en los riffs y melodías de los músicos más extremos de cada momento, desde aquel principio hasta ahora, la friolera de 38 años después.
Este quizá no sea su mejor disco de esta época (para mí no lo es en absoluto, aunque contiene ya varios temazos incontestables). Es un disco de debut que se grabó en dos patadas y cuyo repentino éxito de público –que no de crítica– a lo mejor les pilló un poco a calzón caído y que, por lo tanto, parieron probablemente con entera libertad, plasmando la frescura de ese momento mágico que vive todo grupo más o menos principiante en el que "casi nadie te está mirando"... todavía.
Las tres primeras notas de Black Sabbath (del grupo, del disco, de la canción) resumen algo que se convertiría en una constante: el intervalo de quinta disminuida, la llamada blue note(o una de ellas, según se quiera), que muchos siglos atrás había estado prohibida y exiliada como algo disonante y hasta maléfico, pero que gracias a los músicos negros a estas alturas estaba ya asumida en el mundo "civilizado" como algo tan habitual que hasta los blanquísimos Beatles habían jugado con ella (magistralmente) todo lo que habían querido, tanto en sus canciones más densas como en muchas otras más ñoñas. Este elemento y algunos otros más, procedentes en su mayoría de la escala de blues y hasta entonces normalmente usados más bien en melodías, en Black Sabbath pasaron a formar parte de los riffs y, en definitiva, de la estructura de las canciones.
Y no es que esto no se hubiera hecho ya (el riff de In a gada da vida, de Iron Butterfly, por poner un ilustrísimo ejemplo previo, estaba hecho así), pero digamos que hasta entonces nadie había tenido la osadía de usar como material el granito y dejarse de vacuas sinuosidades "molonas". Es como si, conscientes o no de ello, hubieran dado un paso atrás que supuso cien pasos hacia delante. Como si hubieran logrado utilizar, traducida a las maneras europeas, cierta esencia artística africana, originaria y básica, importada en su vertiente musical por los esclavos de los algodonales yanquis, y que había pasado de mano en mano –casi siempre manos blancas– hasta llegar a sus oídos casi irreconocible. Ellos, algo visionarios, "rebobinaron", le dieron un buen bocado a dicha esencia y crearon a partir de ella las primeras manifestaciones de verdadero pseudo-blues cafre, distorsionado, machacón y casi libre de cualquier tontería innecesaria, es decir, el primer heavy metal. Bueno, no creo que ellos pensaran en nada de eso, pero yo lo digo por si cuela, :D. Tampoco soy ajeno al hecho de que seguramente escucharon otras muchas cosas que les influyeron y de las que la gran mayoría no tenemos ni la menor noción. Así que, si acaso no se inventaron todo esto, digamos al menos que le sacaron toneladas de jugo y lo popularizaron con mucha inspiración y carisma.
No faltará quien, enredado en mil madejas de escalas y arpegios perfectos de Stratovarius o de quien proceda, vea en Tony Iommy un torpón que tocaba en aquella época como toca tu vecino de catorce que tiene la guitarra desde hace un año y no para de vomitar con sucia técnica solos paliza en plan moscardón. O quien diga que Ozzy tiene una voz más bien fea, o que los primeros discos de Black Sabbath están llenos de mordentes patosos y cosas así... a todas estas personas, sin quitarles la razón, les pido un poco de respeto por los mayores, leñe, y les invito a escuchar todos estos discos de otra manera: en su contexto y yendo al grano (que es casi lo único de lo que constan). No olvidemos que la historia se escribe poco a poco y que, sin Black Sabbath, por ejemplo no tendríamos ahoraThe four horsemen, South of heaven o Mouth for war.
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